¿Qué sucede cuándo empezamos a sentir algo de mejoría? ¿es el final de la terapia?
A veces ocurre que tenemos un problema, algo que no podemos resolver, y aunque lo hemos intentado muchas veces y de muchas formas, no encontramos la solución. Acudimos a alguien que nos pueda ayudar y por supuesto esa persona nos ayuda y de repente, como por un acto mágico, comenzamos a sentir menos malestar, menos ansiedad, menos tristeza, en definitiva, se rebajan los síntomas. En ese momento podemos empezar a pensar, “¡Qué bien, ya estoy mejor, ahora todo va a ir bien!”, seguido de un pensamiento como “ya no hace falta que vaya más a terapia, cuesta dinero y esfuerzo, total, ya estoy mejor”.
La resistencia de las conductas de evitación
Si hacemos caso a ese pensamiento y dejamos la terapia por acomodamiento, por miedo al cambio cualitativo real, por evitar gastar dinero, estamos contribuyendo a seguir “aplicando parches” a nuestro problema. Como si poner una tirita en el Titanic hubiera hecho que siguiera a flote. Por el contrario, podemos ser conscientes que estamos sesgando el proceso de terapia y que por lo tanto no va a resultar efectiva, simplemente estamos repitiendo las mismas conductas que nos condujeron a pedir ayuda. Perpetuamos un ciclo de evitación que nos aleja de la solución real y del cambio cualitativo, como si aceptáramos no poder vivir una vida plena y auténtica. Es evidente que los síntomas vuelven posteriormente con la misma forma o no, pero regresan pues el problema sigue estando sin resolver.
Imagina tener una piedra en el zapato que constantemente nos molesta, pero no parasemos el tiempo suficiente, ni con suficiente atención, ni pusiéramos las herramientas necesarias para poder sacarla.
¿Tú también sientes esa piedra en el zapato?
Ayuda psicológica
Puede que sentir menos malestar no sea lo mismo que sentirse bien, ¿no crees?